Un tema para la reflexión, en mi opinión, es la preocupación, lógica, que tenemos en cualquier cultura de acogida en conseguir que los inmigrantes pronto sean "uno más", es decir, poniendo como ejemplo la escuela, que conozcan el idioma y las costumbres para que no tengan barreras en el aprendizaje.
Pero, una cosa que he detectado, es que no nos preocupa demasiado su cultura original. Pongo un ejemplo: Imaginad un niño, o niña, llegada de Marruecos, puede integrarse perfectamente en nuestro sistema educativo. Imaginemos que adquiere una gran formación, un título profesional y, llegado un momento decide regresar a su país.
Imaginad que sus padres, no sabían leer ni escribir en árabe. Por lo tanto, este niño, ya adulto, no ha adquirido la lectoescritura en la lengua de su país natal. Al regresar a su país, con una excelente formación profesional, adquirida en el nuestro, va a tener serias dificultades para funcionar en su tierra, ¡va a ser analfabeto!.
Hecha la anterior reflexión, y al hilo de algunas respuestas que a la misma he tenido en una lista de correo sobre interculturalidad, quiero hacer algunas puntualizaciones:
En primer lugar el sujeto tiene el derecho de definir sus identidades, entre otros elementos configuradores de la misma estará "su país", "sus países" o lo que él decida, no yo. También tiene el derecho de vivir aquí toda su vida, o una parte, de regresar al país donde nació o irse a vivir a Pernanbuco.
Creo que nuestro trabajo está en favorecer la riqueza que supone para cualquier individuo y sociedad la interculturalidad. Desde aquí trabajamos por eso.
Por una parte intentando que tenga los derechos que tiene cualquier ciudadano que vive aquí, y esto supone facilitarle herramientas formativas y culturales que le permitan tener igualdad de oportunidades en la sociedad de acogida. También que tenga la oportunidad de enriquecerse con los elementos de la cultura en la que vive, pero también que tenga la posibilidad de "darnos" lo que trae de su cultura de origen.
Que aprenda y enseñe, que aprendamos y enseñemos.
No sé si es tarea de la escuela enseñarle la lengua de su país (y la
cultura), pero en el sistema finlandés (del que he tenido la
oportunidad de conocer algunas cosas in situ), por ejemplo, en
la ciudad de Tampere, en las escuelas se les da clases de lengua y cultura de los países de origen a los inmigrantes.
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2 comentarios:
Interesantes reflexiones, y me parece que acertadas. ¿Acaso no se enseña el inglés y el francés? Cierto que, al menos en España, se enseñan, uno por la cercanía de Francia, y el otro por ser, hasta ahora, el "suajili" de los países desarrollados, el idioma de intercambio. Aunque si fuéramos a tomarlo por los millones de personas que lo hablan, en lugar de esos dos idiomas tendríamos que estar aprendiendo en los colegios el chino mandarín y el indú.
Pienso que no debe ser fácil lograr que en los colegios se enseñen todos los idiomas correspondientes a las múltiples razas que tenemos de inmigrantes. Pero, para lograrlo, debiera ser un esfuerzo coordinado del sistema educativo formal con las representaciones diplomáticas y culturales de los propios países interesados, aunque fuere una enseñanza como actividades extra-académicas.
Porque te doy la razón. No se le deben quitar a la personas sus raíces étnicas o lingüísticas.
Gracias por compartir esta visión. Tengo claro que los enseñantes cuestan dinero, y que en España estamos lejos de conseguir lo propuesto, pero, como tú apuntas, pueden conseguirse soluciones que nos acerquen a lo deseable, por ejemplo con las embajadas y consulados (me consta que con el gobierno de Marruecos España tiene un acuerdo en ese sentido), y también con acuerdos con asociaciones de ciudadanos nacidos en otros países.
Además, no sólo se trata del aprendizaje del idioma, también hablamos de costumbres, de cultura.
Aquí tenemos la suerte de que muchos inmigrantes vienen de latinoamérica, lugar con el que compartimos la lengua, pero su historia les ha permitido construir una cultura propia, que no estaría de más la compartiéramos los de aquí.
Fíjate que suerte, aprender otras culturas a través de sus actores, no de documentales.
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